Transgresión y alteridad musical los "nuevos corridos" desde la ciudad de Mexicali. [recurso electrónico] / Ferdinando Alfonso Armenta Iruretagoyena ; directora, Lilian Paola Ovalle Marroquín.
Tipo de material: TextoDetalles de publicación: Mexicali, Baja California, 2016Descripción: 1 recurso en línea ; 125 p. : il. colTema(s): Música folclórica -- Tesis y disertaciones académicas | Corridos -- Tesis y disertaciones académicasClasificación LoC:M1683.18 | A75 2016Recursos en línea: Tesis digital Nota de disertación: Tesis (Maestría) - Universidad Autónoma de Baja California Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, Mexicali, 2016. Resumen: Hace más de una década, en el coloquio sobre los retos de la antropología en el norte de México, conmemorativo al 15 aniversario de lo que fuera la ENAH Chihuahua (ahora EAHNM), José Luis Sariego (su entonces director) sopesaba el olvido académico hacia el norte del país. El norte ha sido definido por lo que no es el centro; sus agentes y acontecimientos se estudiaron de manera diferida en la agenda nacional de la investigación social. La frase adjudicada a Vasconcelos, “donde empieza la carne asada, termina la cultura”, sintetiza la idea generalmente aceptada de que La cultura norteña no tiene el mismo humus cultural que el altiplano central de México. Sus hombres proceden de horizontes muy diversos y se han juntado para colonizar regiones muy lejanas de la capital. Son hombres que construyen emporios agrícolas, ganaderos y mineros según el modelo cercano del capitalismo triunfante de Norteamérica. Allí no existe una cultura milenaria de la propiedad comunal (Giménez citada por Valenzuela, 2015: 166n). El blanco predilecto de la crítica hacia “lo norteño” ha sido el de su música: provinciana, carente de complejidad, narco-apologética y altivamente machista (véase, por ejemplo, Garza, 2008; Giménez, 1991; Héau, 2010). Actualmente, esta perspectiva ha dejado de ser tan banal a través de iniciativas como ¡Arriba el norte…! Música de acordeón y bajo sexto (2013), compilación-fonograma coordinado por Luis Omar Montoya Arias, publicado por la Fonoteca Nacional de INAH, o las dos emisiones del Coloquio Internacional sobre Música norteña realizados en Tacámbaro, Michoacán, en 2014 y 2015 (UMSNH, CIESASPeninsular, INAH). Estas iniciativas parten de la labor historiográfica (y en menor medida antropológica); exploran el origen y el presente de la música norteña dentro del amplio repertorio de la música mexicana. Una estrategia discursiva del centro para devaluar la música norteña, fue sacar de contexto sus expresiones y criticarla desde la mirada de la “alta cultura”, así como juzgarla desde un marco simplista de acción; por ejemplo, el recurrente análisis de las letras de los corridos sobre narcotráfico bajo el principio lapidario de: si ahí lo dice es porque seguramente así lo hacen. Los Estudios Culturales constituyen un campo de estudio que surge por oposición a estas ideas, por lo que se ubican en la discusión en torno al nivel en el que opera la ideología en las personas. En el análisis cultural, se exorciza al “marxismo salvaje”, que ve a la ideología como una dimensión alienante en que el sujeto transita pasivamente con su “falsa conciencia”; en cambio, la ideología pasa a ser considerada un sustrato sobre el cual se piensa, hace y elije conscientemente (Hall, 2010: 238). En general, esta reacción permearía el trasfondo intelectual de los años ochenta (Ortner, 1984) hasta nuestros días; por lo tanto, ¿qué hay detrás del empeño académico por asumir el mundo de vida de los agentes relacionados con la música norteña y los corridos sobre el narcotráfico? Como se verá en la revisión de los antecedentes, en el estudio de los narcocorridos hay una tendencia que emplea la categoría de “representaciones sociales” para inferir conductas (la música como resorte de conductas de riesgo), explicaciones (la música y el comportamiento en términos de causa-efecto) u otros diagnósticos clínicos (expresiones musicales como síntoma de la situación actual) sobre los narcocorridos y sus protagonistas; en suma, miradas posibles sobre el sentido social de la música. No obstante, a pesar de que sin duda existe una correlación entre formas de actuar y patrones musicales en contextos determinados, también es cierto que, como lo han hecho ver trabajos recientes, la letra de la música solo refleja una dimensión del mensaje que comunica una canción popular [...] El auditorio no es una masa pasiva que consume música como churros, sino una comunidad activa a la que la música no impone una ideología, aunque puede absorber los valores e intereses de sus oyentes (Burgos, 2012: 61-62). Otra orientación en el estudio del narcocorrido, supera el afán de situar en las letras de las canciones el núcleo que entraña la relación música y cultura, en vez de ello, dan importancia al aspecto sonoro del narcocorrido, así como de las distintas formas y contextos donde se socializan. Este trabajo recogerá todas las perspectivas anteriormente mencionadas con el objetivo de abarcar la trama social que se teje a partir de la música. El vínculo entre música y sentido social se resiste a ser aprehendido sólo desde el análisis de las letras de las canciones, aunque por supuesto debe contemplarlo. Limitarse a lo verbal en el estudio de la música es como juzgar una pintura sólo a través de los objetos que se distinguen en ella. Importan los objetos, los detalles, la técnica, su composición, e importan aquí las cualidades que lo ponen en escena; no sólo en un escenario literalmente, sino en la vida diaria de las personas. Importa como significado, pero también como significante, es decir, importa como manera de ver el mundo y como materialidad (en este caso una materialidad sonora) sobre la cual un grupo da sentido a su realidad. Reducir el corpus de análisis a los contenidos de los corridos es subordinar la música a las intenciones del lenguaje verbal. Considero que los (narco)corridos tienen una intención musical tan sugerente como el mensaje verbal que emiten, y que para entenderlos hoy en día es necesario estudiarlos como formas simbólicas capaces de recrear emociones en los escuchas. El aporte de este trabajo al campo de los Estudios (socio)culturales consistirá en explorar las pautas a través de las cuales circulan los productos culturales sobre el narcotráfico en tiempos de las TICs. Otra precisión necesaria es la referente al lugar de estudio: la ciudad de Mexicali. La frontera norte de México recorre diferentes zonas significativas en la circulación transnacional de formas simbólicas musicalizadas. Las denominadas “ciudades gemelas” (Tijuana-San Diego, Mexicali-Calexico, Nogales-Nogales, Ciudad Juárez-El Paso, Piedras Negras-Eagle Pass, Nuevo Laredo-Laredo, Reynosa-McAllen y Matamoros-Brownsville) son las que atestiguan mejor la dinámica transfronteriza (SEGOB, 2012). Por otra parte, históricamente ha existido un circuito de la circulación de narcocorridos en el noroeste desde Sinaloa a California, de hecho, hoy en día, los narcocorridos tienen una importante base de operaciones en el condado de Los Ángeles (por ejemplo, la compañía discográfica Del Records o la empresa Twiins Music Group). De aquí la relevancia de la ciudad de Mexicali como lugar de estudio, pues a pesar de que lo transfronterizo no será aquí una categoría de análisis (aunque sí reseñaré la relación Mexicali-Calexico más adelante), se trata de una ciudad receptora de la migración sinaloense, con amplia aceptación y circulación de narcocorridos, donde el clima social permite la abundante presencia de esta música en espacios públicos y privados. Así, el trabajo se divide en cuatro capítulos, uno de corte metodológico y tres que desarrollan el problema de estudio. En el primer capítulo, “Nuevos corridos: hacia la construcción de una categoría de análisis”, daré cuenta del contexto de los más recientes productos culturales del narcotráfico; asimismo, se propondrá la categoría de investigación de “nuevos corridos” (NC) como una de tantas vías posibles para nombrar el estado actual de tales expresiones desde la música. Se repasan aquí los antecedentes en el estudio del narcocorrido y se recogen los hallazgos de otras investigaciones. De igual manera, se precisa la estrategia teóricometodológica que seguirá el trabajo y su relación con la hipótesis de trabajo, la cual implica explorar tres dimensiones en que se aprecia el cambio actual de los corridos: la manera de tocarlos y sus temáticas, la organización de la producción que los pone en circulación y la forma de socializarlos. En concordancia con lo anterior, los siguientes tres capítulos corresponden a las tres partes en que se divide la hipótesis, de modo que en el segundo capítulo analizo la parte musical, esto es, la sonoridad y el contenido literario de los corridos. A partir de una selección de tres corridos, describo por un lado, las imágenes sonoras y sus aspectos instrumentales y, por otro, el tema, los personajes y las situaciones que las canciones refieren. Aquí se entenderán dichos “cambios” con base en la importación de técnicas musicales hacia el género norteño. Posteriormente, en el capítulo 3, “La industria musical”, hablaré de cómo ha cambiado la manera de producir y difundir “narcocorridos” desde el caso de Mexicali. Para ello, me apoyaré en las observaciones y entrevistas con músicos en torno al proceso de creación, así como del proceso de difusión desde los productores. Finalmente, en el último capítulo, titulado “Los espacios sociomusicales”, ahondaré en cómo se socializan estas expresiones en la ciudad desde los espacios sociomusicales de la música norteña: se preponderará el papel de la “sensación transgresora” en la identidad musical y la manera en que fomenta sentimientos de solidaridad grupal. Además, realizaré una aproximación etnográfica a los lugares donde se tocan “nuevos corridos” regularmente para así cotejar el comportamiento de los asistentes ante el estímulo musical con el sentido individual y social que los acompaña. Para terminar, en las conclusiones, hago un balance de los hallazgos, al igual que una autocrítica en torno a lo que considero faltó por abonar a la discusión. Asimismo, sugiero temas de investigación futuros, de los cuales este trabajo pueda ser uno de tantos antecedentes de consulta para ampliar el conocimiento sobre la relación entre música y cultura.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Tesis | Centro de Documentación y Archivos Digitales de IIC-Museo | Colección de Tesis | M1683.18 A75 2016 (Browse shelf(Abre debajo)) | 1 | Disponible | IIC007539 |
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Maestría en estudios socioculturales.
Tesis (Maestría) - Universidad Autónoma de Baja California Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, Mexicali, 2016.
Incluye referencias bibliográficas.
Hace más de una década, en el coloquio sobre los retos de la antropología en el norte de México, conmemorativo al 15 aniversario de lo que fuera la ENAH Chihuahua (ahora EAHNM), José Luis Sariego (su entonces director) sopesaba el olvido académico hacia el norte del país. El norte ha sido definido por lo que no es el centro; sus agentes y acontecimientos se estudiaron de manera diferida en la agenda nacional de la investigación social. La frase adjudicada a Vasconcelos, “donde empieza la carne asada, termina la cultura”, sintetiza la idea generalmente aceptada de que La cultura norteña no tiene el mismo humus cultural que el altiplano central de México. Sus hombres proceden de horizontes muy diversos y se han juntado para colonizar regiones muy lejanas de la capital. Son hombres que construyen emporios agrícolas, ganaderos y mineros según el modelo cercano del capitalismo triunfante de Norteamérica. Allí no existe una cultura milenaria de la propiedad comunal (Giménez citada por Valenzuela, 2015: 166n). El blanco predilecto de la crítica hacia “lo norteño” ha sido el de su música: provinciana, carente de complejidad, narco-apologética y altivamente machista (véase, por ejemplo, Garza, 2008; Giménez, 1991; Héau, 2010). Actualmente, esta perspectiva ha dejado de ser tan banal a través de iniciativas como ¡Arriba el norte…! Música de acordeón y bajo sexto (2013), compilación-fonograma coordinado por Luis Omar Montoya Arias, publicado por la Fonoteca Nacional de INAH, o las dos emisiones del Coloquio Internacional sobre Música norteña realizados en Tacámbaro, Michoacán, en 2014 y 2015 (UMSNH, CIESASPeninsular, INAH). Estas iniciativas parten de la labor historiográfica (y en menor medida antropológica); exploran el origen y el presente de la música norteña dentro del amplio repertorio de la música mexicana. Una estrategia discursiva del centro para devaluar la música norteña, fue sacar de contexto sus expresiones y criticarla desde la mirada de la “alta cultura”, así como juzgarla desde un marco simplista de acción; por ejemplo, el recurrente análisis de las letras de los corridos sobre narcotráfico bajo el principio lapidario de: si ahí lo dice es porque seguramente así lo hacen. Los Estudios Culturales constituyen un campo de estudio que surge por oposición a estas ideas, por lo que se ubican en la discusión en torno al nivel en el que opera la ideología en las personas. En el análisis cultural, se exorciza al “marxismo salvaje”, que ve a la ideología como una dimensión alienante en que el sujeto transita pasivamente con su “falsa conciencia”; en cambio, la ideología pasa a ser considerada un sustrato sobre el cual se piensa, hace y elije conscientemente (Hall, 2010: 238). En general, esta reacción permearía el trasfondo intelectual de los años ochenta (Ortner, 1984) hasta nuestros días; por lo tanto, ¿qué hay detrás del empeño académico por asumir el mundo de vida de los agentes relacionados con la música norteña y los corridos sobre el narcotráfico? Como se verá en la revisión de los antecedentes, en el estudio de los narcocorridos hay una tendencia que emplea la categoría de “representaciones sociales” para inferir conductas (la música como resorte de conductas de riesgo), explicaciones (la música y el comportamiento en términos de causa-efecto) u otros diagnósticos clínicos (expresiones musicales como síntoma de la situación actual) sobre los narcocorridos y sus protagonistas; en suma, miradas posibles sobre el sentido social de la música. No obstante, a pesar de que sin duda existe una correlación entre formas de actuar y patrones musicales en contextos determinados, también es cierto que, como lo han hecho ver trabajos recientes, la letra de la música solo refleja una dimensión del mensaje que comunica una canción popular [...] El auditorio no es una masa pasiva que consume música como churros, sino una comunidad activa a la que la música no impone una ideología, aunque puede absorber los valores e intereses de sus oyentes (Burgos, 2012: 61-62). Otra orientación en el estudio del narcocorrido, supera el afán de situar en las letras de las canciones el núcleo que entraña la relación música y cultura, en vez de ello, dan importancia al aspecto sonoro del narcocorrido, así como de las distintas formas y contextos donde se socializan. Este trabajo recogerá todas las perspectivas anteriormente mencionadas con el objetivo de abarcar la trama social que se teje a partir de la música. El vínculo entre música y sentido social se resiste a ser aprehendido sólo desde el análisis de las letras de las canciones, aunque por supuesto debe contemplarlo. Limitarse a lo verbal en el estudio de la música es como juzgar una pintura sólo a través de los objetos que se distinguen en ella. Importan los objetos, los detalles, la técnica, su composición, e importan aquí las cualidades que lo ponen en escena; no sólo en un escenario literalmente, sino en la vida diaria de las personas. Importa como significado, pero también como significante, es decir, importa como manera de ver el mundo y como materialidad (en este caso una materialidad sonora) sobre la cual un grupo da sentido a su realidad. Reducir el corpus de análisis a los contenidos de los corridos es subordinar la música a las intenciones del lenguaje verbal. Considero que los (narco)corridos tienen una intención musical tan sugerente como el mensaje verbal que emiten, y que para entenderlos hoy en día es necesario estudiarlos como formas simbólicas capaces de recrear emociones en los escuchas. El aporte de este trabajo al campo de los Estudios (socio)culturales consistirá en explorar las pautas a través de las cuales circulan los productos culturales sobre el narcotráfico en tiempos de las TICs. Otra precisión necesaria es la referente al lugar de estudio: la ciudad de Mexicali. La frontera norte de México recorre diferentes zonas significativas en la circulación transnacional de formas simbólicas musicalizadas. Las denominadas “ciudades gemelas” (Tijuana-San Diego, Mexicali-Calexico, Nogales-Nogales, Ciudad Juárez-El Paso, Piedras Negras-Eagle Pass, Nuevo Laredo-Laredo, Reynosa-McAllen y Matamoros-Brownsville) son las que atestiguan mejor la dinámica transfronteriza (SEGOB, 2012). Por otra parte, históricamente ha existido un circuito de la circulación de narcocorridos en el noroeste desde Sinaloa a California, de hecho, hoy en día, los narcocorridos tienen una importante base de operaciones en el condado de Los Ángeles (por ejemplo, la compañía discográfica Del Records o la empresa Twiins Music Group). De aquí la relevancia de la ciudad de Mexicali como lugar de estudio, pues a pesar de que lo transfronterizo no será aquí una categoría de análisis (aunque sí reseñaré la relación Mexicali-Calexico más adelante), se trata de una ciudad receptora de la migración sinaloense, con amplia aceptación y circulación de narcocorridos, donde el clima social permite la abundante presencia de esta música en espacios públicos y privados. Así, el trabajo se divide en cuatro capítulos, uno de corte metodológico y tres que desarrollan el problema de estudio. En el primer capítulo, “Nuevos corridos: hacia la construcción de una categoría de análisis”, daré cuenta del contexto de los más recientes productos culturales del narcotráfico; asimismo, se propondrá la categoría de investigación de “nuevos corridos” (NC) como una de tantas vías posibles para nombrar el estado actual de tales expresiones desde la música. Se repasan aquí los antecedentes en el estudio del narcocorrido y se recogen los hallazgos de otras investigaciones. De igual manera, se precisa la estrategia teóricometodológica que seguirá el trabajo y su relación con la hipótesis de trabajo, la cual implica explorar tres dimensiones en que se aprecia el cambio actual de los corridos: la manera de tocarlos y sus temáticas, la organización de la producción que los pone en circulación y la forma de socializarlos. En concordancia con lo anterior, los siguientes tres capítulos corresponden a las tres partes en que se divide la hipótesis, de modo que en el segundo capítulo analizo la parte musical, esto es, la sonoridad y el contenido literario de los corridos. A partir de una selección de tres corridos, describo por un lado, las imágenes sonoras y sus aspectos instrumentales y, por otro, el tema, los personajes y las situaciones que las canciones refieren. Aquí se entenderán dichos “cambios” con base en la importación de técnicas musicales hacia el género norteño. Posteriormente, en el capítulo 3, “La industria musical”, hablaré de cómo ha cambiado la manera de producir y difundir “narcocorridos” desde el caso de Mexicali. Para ello, me apoyaré en las observaciones y entrevistas con músicos en torno al proceso de creación, así como del proceso de difusión desde los productores. Finalmente, en el último capítulo, titulado “Los espacios sociomusicales”, ahondaré en cómo se socializan estas expresiones en la ciudad desde los espacios sociomusicales de la música norteña: se preponderará el papel de la “sensación transgresora” en la identidad musical y la manera en que fomenta sentimientos de solidaridad grupal. Además, realizaré una aproximación etnográfica a los lugares donde se tocan “nuevos corridos” regularmente para así cotejar el comportamiento de los asistentes ante el estímulo musical con el sentido individual y social que los acompaña. Para terminar, en las conclusiones, hago un balance de los hallazgos, al igual que una autocrítica en torno a lo que considero faltó por abonar a la discusión. Asimismo, sugiero temas de investigación futuros, de los cuales este trabajo pueda ser uno de tantos antecedentes de consulta para ampliar el conocimiento sobre la relación entre música y cultura.